boobies ambivalentes
Voy a comenzar este artículo hablándote de mi relación con mis boobies y todo lo que ellas pueden representar e influir en mi vida. Desde el título que no solo habla de que una ve hacía el este y la otra hacia el oeste, sino de las emociones contrastantes de ambivalencia que han producido en mi caminar con ellas.
Honestamente ocupan un espacio bastante considerable en mi autoestima, me definen como mujer, me dan pretextos para no correr, pueden ser armas de seducción, me acompañan siempre y son mis cómplices en mis travesuras, también me indican el paso del tiempo, y aunque a veces pueden ser muy estorbosas, si algún día me faltaran las extrañaría tanto. Son una parte muy importante de la construcción de mi personalidad. Les confieso que desde niña quería tener boobies y me ponía calcetines debajo de la camiseta para jugar a la “maestra” (creo que tuve maestras chichonas), me encantaba el tobogán que se formaba en la camiseta con los calcetines en forma de pelota. Durante el juego me la pasaba viéndome en el espejo, pues quería investigar por todos los ángulos como me veía con esas boobies de mentiritas. Fui creciendo, pero mis boobies no, pasó la adolescencia y tenía dos limoncitos bastante pequeños, no estaba satisfecha, yo quería mis boobies de calcetín verde del colegio. Total, me rendí y a los 21 años decidieron salir de su escondite y comenzar a crecer y crecer, a tal grado que algunas personas me preguntaban si me había puesto prótesis, pues a nadie le crecen las bubis a los 21 años. Pero les juro que a mí sí, no sé si fue un milagro o un retraso hormonal, como los que han sucedido en el transcurso de mi vida. Entonces ya entenderás el porqué de esta relación tan estrecha con ellas y todo el amor y agradecimiento que les tengo.
Así que escribir sobre este tema me genera sensaciones de amor y odio, amor por la posibilidad de presumirte que me gustan y que hoy estoy feliz y orgullosa de tenerlas. Odio, porque no siempre fue así y me hace cuestionar cuánto depende mi autoestima de ellas. Y así como yo, la mayoría de las mujeres tenemos diálogos internos sobre nuestras boobies y las boobies de las demás mujeres. Y para ejemplificar esto te voy a contar que fui a una reunión de luna nueva de mujeres, ahí estábamos todas alrededor del fuego vestidas de blanco, todas con faldas (pues era obligatorio) y descalzas. Cantábamos y meditábamos, jugando a las brujas o a las hadas, lo que cada una se sentía. Mientras cantábamos la líder que dirigía la ceremonia se levantó y comenzó a bailar, a lo cual la mayoría le siguió creándose una atmosfera de mucha sensualidad, pues al bailar se tocaban y movían su ropa destapando su torso y levantando la falda para de pronto dejar asomarse a lo demás. Uff! El ambiente estaba muy caliente, yo participaba y me dejaba sentir, pero la neta no podía dejar de observar lo que ahí sucedía, que en mi opinión fue un ritual de expresión femenina poderosa. Terminó el baile, nos sentamos y volvimos a calmar el espíritu y el cuerpo, y el ritual concluyó con una hermosa meditación de agradecimiento. Abrimos los ojos, regresamos a la realidad y comenzaron las conversaciones en pequeños grupos (o, dicho de otra forma, el cuchicheo). Me acerqué de chismosa a escuchar a dos mujeres jóvenes que se reían y hablaban bajito, jamás hubiera pensado que estaban hablando de si las boobies de la líder eran prótesis o no, de si la otra señora que las tenía como canica en calcetín, o el comentario de una tercera que llego a decir: “qué asco, vieron el color negro del pezón de la señora tal”. Me quede petrificada y sin reaccionar, mi primer pensamiento fue de juicio y no podía creer que con todo lo que ahí pasó, ellas no lo experimentaran por la necesidad de ver los cuerpos de las otras mujeres. Pero así fue, pusieron su atención en comparar sus propias boobies con las de las demás. Y entonces me hice la pregunta ¿cuántas veces he dejado de ver y experimentar mi cuerpo por estar viendo y buscando diferencias en otros cuerpos femeninos? Porque para eso criticamos y juzgamos, para reafirmarnos que las nuestras son más bonitas, parece que tenemos que hacer eso para sentirnos bien con nuestro cuerpo. Lo que quizás no sabemos, es que en la comparación hay poco amor propio y muy baja autoestima. ¿Por qué?, porque si yo aceptara mis boobies, nalgas, piernas, brazos, cara, pelo, etc., tal cual son, entonces no tendría que buscar afuera de esa aceptación, y cuando encontrará una diferencia notable podría admirarla sin la necesidad de sentirme devaluada por ello. Los estereotipos impuestos de belleza nos han llenado de inseguridad y falta de aceptación por nuestros cuerpos, parece que todas tenemos que vernos igual para ser hermosas, si te fijas bien, los filtros de Instagram crean rostros similares, sin arrugas, con cierto color y forma de cara, el filtro nos hace parecernos, esto es, que usa un patrón establecido de cómo debiéramos vernos, nosotros lo usamos y por ello cada vez hay menos fotos en las redes donde las personas se vean tal cual son. Parece que hay un problema con ser únicas y diferentes entre nosotras, nos hemos creído la gran mentira que para ser bellas tenemos que cumplir con los requisitos del estereotipo, sin dejar lugar a la verdadera expresión de la belleza. Bueno, ¿y qué objetivo se logra con que todas persigamos esta falsa belleza?, pues para lograr parecernos al estándar de belleza tenemos que consumir un sinfín de artículos que van desde el maquillaje hasta las cirugías, dependiendo del grado de arriesgue de cada uno, y este consumo enriquece a muchas personas que evidentemente no buscan la belleza, sino las ganancias económicas que a través de ella puedan lograr. ¿Sabías que cada año aumenta de forma muy significativa la cantidad de operaciones estéticas realizadas a mujeres entre los 18 y 34 años, que es el mayor número de casos?. En teoría es el lapso en que nuestro cuerpo se encuentra en su mejor momento por la juventud y el momento físico, sin embargo, es el momento también en el que la competencia es más ruda y posiblemente cruel entre mujeres, donde si no encajas y persigues el look de moda, serás castigada con juicios y críticas crueles y voraces, como las que escuché en el ritual de luna nueva. Nos aterra la diferencia, nos cae mal la que se atreve a no seguir los parámetros y está en la búsqueda de sí misma y de su belleza, nos confronta con nuestra incapacidad de poder ver más hacia dentro que hacia fuera. Todas somos distintas y todas somos hermosas, sólo tenemos que descubrirlo en nosotras mismas y dejar de compararnos y juzgar lo diferente, sino mas bien reconocerlo y admirarlo. Pero ojo, esto no va en contra de las cirugías, trasplantes, Botox, etc., sólo intento que te cuestiones dónde crees que está la belleza y cómo expresarla, que te veas al espejo con ojos de aceptación y admiración por el reflejo, que te des la oportunidad de descubrir tu belleza y sus manifestaciones, y quizás te des cuenta que no son necesarios tantos cambios y alteraciones.
Ahora bien, pasamos mucho tiempo y ponemos demasiada atención a cómo nos vemos y nuestras arrugas, lonjas, formas, boobies y normalmente las preguntas que nos hacemos sobre nuestras boobies tienen que ver con el tamaño, el color del pezón, la aureola, o sea de cómo se ven por, fuera y no nos tomamos el tiempo en saber cómo están por dentro y qué es eso que las hace ver como se ven. ¿Qué tanto las tocas y conoces sus texturas y bultos? El cuidarlas y conocerlas puede salvarlas de que no te las quiten e inclusive salvar tu vida.
Sé que el mes pasado escuchaste por todos lados información referente a este tema, por eso hoy me gustaría que fueras mas allá de eso y te preguntes ¿cuál es tu relación con tus boobies? ¿qué tanto te gustan tal y como están? ¿Qué cosas puedes agradecerles y qué cosas reclamarles? ¿Las sientes parte de ti, tengas implantes o no? Y, sobre todo, que puedas amar tu cuerpo tal como es y dejemos de compararnos con estereotipos falsos y casi imposibles de belleza. Que puedas cambiar la relación que tienes con tu cuerpo, siendo tu prioridad el sentirte bien y saludable antes que cumplir con los estándares de belleza, que no te permitas nunca más ir en contra de tu bienestar por verte bella para los demás, que no arriesgues tu vida para encajar en un patrón y sobre todo que te atrevas a ser tú y te ames siendo TÚ.